El pasado martes 7 de febrero se realizó en los cines MN4 de Valencia el preestreno de «La niña de la comunión», de la mano del director de la película, Victor García, y de su protagonista, Carla Campra. El día 10 de febrero comienza la andadura de la película por las grandes pantallas.
Esta historia, que transcurre en un pueblo perdido de España, versa sobre una muñeca maldita vestida de comunión. La pesadilla empieza cuando un grupo de jóvenes se la encuentra en medio de la carretera, al pleno estilo de la niña de la curva.
A pesar de ser una película de terror (tiene el toque justo para que sea una película apta para público no tan versado a este género), abarca muchas de las preocupaciones de la época (y que aún siguen vigentes), como la droga, el machismo, las diferencias sociales, el bullying, la violencia o la discriminación. Lo que más nos gusta de la película es esa esencia española de final de los ochenta, ese recorrido que realiza por la sociedad a la vez que se introduce la investigación sobre la maldición y la intriga constante marcada por una buena dosis de sustos.
El final es lo que más nos desconcertó, pues lo encontramos demasiado abierto. ¿Debemos, por lo tanto, esperar una segunda parte?
Análisis de la BZRP Music Session 53 de Bizarre y Shakira llena de indirectas contra Gerard Piqué, quien engañó a la cantante con Clara Chía
BZRP Music Sessions #53: La famosa cantante ha sacado una nueva sesión con Bizarrap, una canción llena de mensajes hacia su ex-pareja. Lanza un mensaje: «las mujeres ya no lloran, facturan», ¿debemos tomarlo al pie de la letra? ¿Es realmente esta canción un himno feminista o cae en el cliché de mujeres enemigas?
No es ningún secreto que, hace meses, el futbolista engañó a Shakira con otra mujer. Desde entonces, la cantante ha volcado sus sentimientos en algunas de sus letras, como en Te felicito con Rauw Alejandro o Monotonía con Ozuna. En esta nueva sesión, la canción se ha convertido en un fenómeno viral en menos de veinticuatro horas.
«Yo solo hago música, perdón que te sal-pique».
Esta vez, a Shakira no se le ha pasado una, pues hasta menciona a los padres de Gerard Piqué: «Me dejaste de vecina a la suegra, con la prensa en la puerta y la deuda en Hacienda.Te creíste que me heriste y me volviste más dura. Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan.» Estamos al 100% de acuerdo con este mensaje de empoderamiento, ¿por qué no, ya que te han jodido la vida, sacar algo de provecho económico de ello? Sin embargo, esto no ha sido bien recibido por algunas personas. Nosotras pensamos que no hay que tomarlo al pie de la letra, es decir: las mujeres lloran y facturan, y ambas están bien.
Sin embargo, ¿vale todo en este tipo de casos? Esta vez, Shakira ha ido un paso más lejos. No sólo menciona a Piqué, sino que también incluye en las indirectas (muy directas) a su nueva pareja, Clara Chía.
«Yo valgo por dos de 22. Cambiaste un Ferrari por un Twingo. Cambiaste un Rolex por un Casio.»
Es completamente natural que una mujer que ha sido engañada se enfurezca, no sólo con su pareja, sino con la tercera persona implicada. Pero, ¿es realmente necesario degradar a esa persona en una canción viral? Aunque sus acciones puedan ser consideradas moralmente reprobables, ¿vale esa persona menos por haberse liado con su marido?
«Tiene nombre de persona buena, clara-mente no es como suena. Tiene nombre de persona buena, clara-mente es igualita que tú. Pa tipos como tú. A ti te quedé grande y por eso estás con una igualita que tú.»
Al arremeter contra Chía, no habla de su falta de moralidad al tener una aventura con una persona casada. Lo que hace es compararse con ella, dando a entender que la joven vale menos que Shakira.
Aquí es donde vemos el fallo: una infidelidad no debería terminar con dos mujeres midiendo su valía, sino con un hombre arrepentido y ridiculizado. La verdad es que tiene que ser una putada que le suene esta canción en la radio cuando lleve a sus hijos al colegio.
Hay una artista en el panorama musical actual que nunca decepciona y este sin duda es The Weeknd, cantante canadiense quien hace unos días sacó el videoclip de su último single “Out of Time”. Hace ya unos meses analizamos las referencias del video musical “La Fama” que protagonizó junto a Rosalía, pero hoy vamos a centrarnos en las similitudes de este último videoclip con la película de Sofia Coppola “Lost in Translation”.
«Lost in translation» es sin duda una obra bastante llamativa a nivel visual, una coproducción japonesa-americana que se nutre de las referencias estéticas asiáticas modernas para contarnos la historia de amor de sus protagonistas. Por lo visto, al equipo artístico de The Weeknd le ha llamado bastante la atención la dirección artística del filme y ha decidido inspirarse en ella para “Out of Time”.
Pero ya no es solo en la estética japonesa en lo que se inspira el video, sino que vemos referencias casi exactas a la película. El video está protagonizado por Ho Yeon Jung («El juego del calamar») y el mismo The Weeknd, pareja totalmente inspirada en los protagonistas de Coppola: dos personas solitarias que se conocen en un Tokio moderno y impregnado de un aire melancólico que impregna toda la película. Este ambiente continua durante todo el videoclip, incluso recreando icónicas escenas como en las que vemos a un The Weeknd y a Jung solitario en el bar, las dos secuencias de ambos protagonistas en el espejo o las míticas series de karaoke japonés. Los travellings de los personajes corriendo de espalda o alejándose también se refleja en la obra de Coppola, un claro reflejo a lo intimista que puede llegar a ser el film.
En general más que mera inspiración se podría decir que “Out of Time” es un homenaje a una película tan artísticamente impactante como lo es «Lost in Translation”.
Muchas veces se habla de la deconstrucción: deconstruir algo suele significar el criticarlo y revisarlo. Para nosotras, significa algo más.
Según la RAE, deconstruir es «deshacer analíticamente algo para darle una nueva estructura». Según la filosofía, el término ‘deconstrucción’ se relaciona directamente con la estrategia filosófica de Jacques Derrida, que buscaba descomponer la metafísica occidental y analizar las estructuras sedimentadas en la sociedad.
El hecho de revaluar lo aprendido o lo impuesto por la sociedad es una de las mejores capacidades con las que contamos. Es un proceso largo y complejo, pero necesario. Todos hemos sido educados e incluso adoctrinados en una sociedad patriarcal y machista, y aunque cada día avanzamos, los micromachismos ahí se mantienen. El primer paso es ser consciente de estos procesos, y luego realizar un proceso de revisión de uno mismo.
Deconstruirse, para los hombres, y deconstruir la masculinidad hegemónica, no significa sólo pintarse las uñas, llamarse feminista o ponerse un ‘crop top’, ni tampoco significa dejar de ser duros y fuertes como se les exige a los hombres en la sociedad. Significa abrir la mente y estar dispuestos a aprender y a avanzar. Revisar y cuestionar todas las conductas patriarcales tóxicas que, de una forma u otra, están arraigadas y naturalizadas en el proceso de socialización.
Debemos además, buscar referentes que nos ayuden. Un buen ejemplo lo encontramos en la serie ‘Outlander’, con Jamie Fraser, uno de los protagonistas. Este personaje, muy bien construido con todos sus matices, pertenece a una sociedad altamente machista en la Escocia del siglo XVIII. Esto, por supuesto, afecta a su relación con Claire, mujer que viaja al pasado desde los años 40 (y que está mucho más avanzada en términos de feminismo, entre otras cosas). A pesar de la radicalidad de ambas sociedades, lo que permite que avancen en su relación y que él se deconstruya, es la escucha activa del ‘highlander’. Mediante la palabra, el entendimiento y la negociación, se conforma poco a poco una relación sana entre la pareja.
Con esto queremos lanzar un mensaje cargado de optimismo y esperanza: todos tenemos la capacidad de abrir nuestras mentes y evolucionar, todos tenemos la capacidad y la oportunidad de deconstruirnos para construir, entre todos, una sociedad abanderada de la igualdad.
Las prendas saturadas y de colores vívidos son las que más triunfarán este verano. H&M, con el lanzamiento de su ‘fashion film’ «Hotel Hennes», protagonizado por Gigi Hadid, la colección ‘Colores’ de Stradivarius o la propuesta de Pull&Bear «19.91 Colours» sólo hacen que reforzar esta idea.
La dopamina, el ‘neurotransmisor de la felicidad’, es una molécula del Sistema Nervioso Central (SNC) que produce nuestro organismo de forma natural, y funciona como un sistema de recompensas ante estímulos placenteros, como al chocolate o a las relaciones sexuales.
Los colores ‘dopamina’, por lo tanto, son los que influyen en tu estado de ánimo: prendas de colores que alegrarán tu día a día. Tras el confinamiento y el auge de los neutros, ahora son los colores saturados los que cobran importancia. Estos colores saturados o ‘vitamina’ se relacionan con la alegría y la felicidad, además de con la primavera y el verano, y tienden a subirnos el ánimo.
Esta tendencia lleva triunfando en el ‘street style’ dos años, y cada vez va a más, aumentando la vivacidad de los colores y sus combinaciones, cada vez más inesperadas. Sin embargo, estas fórmulas funcionan, y la ‘colorterapia’ cada vez cobra más importancia. No es ningún secreto que los colores llevan arraigados o nos recuerdan valores y sentimientos (aunque ya hablaremos de ello más adelante), y en la moda, no es menos.
El acto de perfilarse el párpado superior del ojo con una línea negra comenzó a ponerse en práctica, principalmente, en el Antiguo Egipto y en Mesopotamia.
Los egipcios eran muy dados al uso del maquillaje, que por aquel entonces estaba muy ligado a la salud y al bienestar, y lo utilizaban hombres, mujeres y niños. Grandes personalidades como Nefertiti o la reina Cleopatra fueron muy aficionadas a este delineado.
Además de distintas funciones prácticas, entre ellas, proteger los ojos del sol, se pensaba que esta línea negra en el ojo protegía del ‘mal de ojo’.
También eran populares las sombras de ojos, especialmente en colores azules, y también marcaban sus cejas con distintos pigmentos negros. Elaboraban este maquillaje y otros ungüentos de forma natural y extrayendo todos los ingredientes directamente de la naturaleza, como flores, miel o leche.
En Occidente, el uso del ‘kohl’ se popularizó en el siglo XX tras el descubrimiento de la tumba del rey faraón Tutankamón en 1922 y alcanzó su auge en los años 30, donde numerosas actrices como Joséphine Baker, Louise Brooks o Greta Nissen lo utilizaban en sus rituales de belleza.
Tumba del rey Tutankamón
Este ‘cat eye’ pronto ganó fama y se hizo un hueco entre las tendencias de belleza de la época, afianzándose en los años 50 con la invención del ‘eyeliner’ líquido y gracias, una vez más, a actrices como Marilyn Monroe, Sophia Loren, Ava Gardner o Audrey Hepburn (aunque reinvéntalo de una forma más natural y simple).
Hoy en día, el ‘eyeliner’ sigue muy presente en nuestros básicos de maquillaje, y hemos contado con grandes referentes como, por ejemplo, Amy Winehouse, y ha sido llevado al extremo en muchas variantes y tendencias como el punk o la moda gótica –y, por supuesto, no sólo ha sido utilizado por mujeres–. Lo que está claro es que es una técnica tan versátil que ha continuado renovándose cada año y cada siglo: tiene cabida en muchas subculturas y que cada cual puede llevársela a su terreno, y creemos que aún tiene mucho que ofrecer en la actualidad.
Se acercan las vacaciones de pascua, y desde Purpurina Magazine os hemos preparado una pequeña lista de algunos grandes clásicos de la literatura que pensamos que deben leerse, por lo menos, una vez en la vida.
«1984» (George Orwell, 1949)
En este mundo distópico basado en la manipulación de la información, la represión política y la vigilancia extrema (donde el modelo del panóptico de Foucault está muy presente), el protagonista, Winston Smith, trabaja falseando la verdad para los medios de comunicación.
«El retrato de Dorian Gray» (Oscar Wilde, 1890)
Dorian es un joven apuesto obsesionado con la idea de la belleza y la juventud, tanto, que realiza un «pacto con el diablo»: mientras él mantiene para siempre la apariencia joven de un retrato que un artista le pintó, la figura retratada envejece por él.
«Un mundo feliz» (Aldous Huxley, 1934)
Aunque puede que realmente no sea un mundo tan feliz: en esta ‘utopía’, los humanos se dividen por clases o castas, son adoctrinados mediante la hipnopedia y se drogan con ‘soma’, la pastilla de la supuesta felicidad. En esta novela, Huxley nos propone un debate sobre qué es lo que nos hace realmente ser humanos y sobre la imposición de la felicidad.
«Emma» (Jane Austen, 1815)
Jane Austen narra esta vez, la vida de una perfecta casamentera que busca que sus amistades encuentren el amor en matrimonios ventajosos. Sin embargo, ¿logrará ella encontrar el amor? Ésta es una de las muchas novelas de esta escritora que no podéis dejar de leer.
«Fahrenheit 451» (Ray Bradbury, 1953)
Una sociedad donde los bomberos, en lugar de sofocar incendios, queman libros. Donde la cultura de la literatura está prohibida, ¿dónde encajará el protagonista en esta historia, un bombero que hasta entonces nunca se había preguntado por la naturaleza de su sociedad?
«Rebelión en la granja» (George Orwell, 1945)
Esta obra satírica cuenta cómo los animales de una granja comienzan a planear la expulsión de los humanos de la misma y formar un gobierno independiente, con todo lo que ello conlleva. Un buen análisis de la sociedad que surgió en plena Segunda Guerra Mundial.
«La dama de las camelias» (Alexandre Dumas, 1848)
Las intrigas de París, una historia de amor imposible y el estilo narrativo de Alexandre Dumas (hijo) que te atrapa en la historia desde el primer momento hacen de esta novela una muy buena elección literaria. No podéis dejar de leer esta obra que inspiró a Verdi para componer su famosa ópera «La Traviata».
Todos conocemos películas como «Scarface» (Brian de Palma, 1983), “Goodfellas» (Martin Scorsese, 1990), o «Casino» (Martin Scorsese, 1995). El género relacionado con la mafia italoamericana se ha convertido en cine de culto, comenzando su trayectoria en los años 30 con «Enemigo Público» (William A. Wellman, 1931), siendo el crimen organizado alentado por la prohibición del alcohol con la ley seca de 1920 y alcanzando su auge en los 70 con la icónica «El Padrino» (Francis Ford Coppola, 1972).
Fotograma de «Scarface» (Brian de Palma, 1983)
Portada de «A Bronx Tale» (Robert de Niro, 1993).
Esta serie de películas tienen algo en común: una pequeña biografía sobre el protagonista, una visión familiar desde dentro del contexto del hampa, el ascenso y la caída del gángster o, en otros casos, el éxito. Este tratamiento de la historia desde dentro normalmente sugiere una ambigüedad moral de la figura del criminal, ensalzándola y llegando muchas veces a mitificar a estos antihéroes (en algunos casos, podría incluso comprarse la vida de los mismos como un sueño americano paralelo). Un perfecto ejemplo sería el caso del joven Calogero y Sonny en «A bronx tale» (Robert de Niro, 1993).
Respecto a la escenografía de este tipo de filmes, vemos que el espacio donde se realiza la acción principal suele ser urbano, en calles desangeladas de grandes ciudades o locales oscuros como bares o ‘speakeasies’ (locales ocultos donde se vendían de forma ilegal bebidas alcohólicas).
Se podría incluso decir que lo más importante en este género cinematográfico es la iluminación, la intensidad de luz y el contraste con las sombras. De las escenas familiares, alegres o felices, donde la iluminación (normalmente ambiental y natural) se encuentra bañada en tonos pastel, fuerte y brillante, que deslumbra –como en la escena de la boda de «El Padrino»–, a las escenas donde suceden los hechos más oscuros, que son las que marcarán un antes y un después en la historia del cine de mafia: planos más cerrados, de interior, contrastes de luces y sombras, normalmente con una luz principal muy marcada que enfoca al protagonista, y colores vivos y saturados en contraposición a la oscuridad.
Fotograma de «El Padrino» (Francis Ford Coppola, 1972).
Desde Purpurina Magazine hemos querido recordar esta estética “mafiosa” recreando una escena muy dada en este tipo de películas, enfocada en el protagonista y sus vicios, algo que no escaquea en el mundo del hampa: juego, alcohol, drogas… Y es que, como se dice en el film “Uno de los nuestros” (Martin Scorsese, 1990): “Que yo recuerde, desde que tengo uso de razón quise ser un gángster”.
El hashtag #milipili casi llega a 500 millones de visualizaciones en TikTok. Comentamos en qué se basa este estilo viral y las críticas que ha recibido.
Esta tendencia puede considerarse como un estilo o incluso una categoría social. El término ‘mililili’ proviene de viene de la unión entre los nombres de Milagros y Pilar, los nombres más populares en Argentina en los años 90, década muy ligada a esta corriente, pero también se usa coloquialmente para designar las niñas adineradas.
Este estilo, directamente relacionado con la estética ‘Y2K’, se caracteriza por el tiro bajo, la predominancia del color negro, plataformas, pantalones cargo, tops ‘cropped’, ‘cut-outs’ por todas partes, guantes y cadenas.
@martuccrespo_
@sarafructuoso
Esta tendencia ha creado además un debate en redes. No sólo porque este estilo sea llevado casi en exclusiva por chicas delgadas con cuerpos considerados normativos, con la cintura pequeña y el abdomen plano, sino también porque la reivindicación de este estilo suele representar un estilo de vida adinerado.
Desde Purpurina Magazine, creemos que la moda no debe ajustarse por este tipo de etiquetas, e instamos a que este estilo se utilice como cada uno quiera y en todo tipo de cuerpos.
Hace siglos, las mujeres vestían de azul y los hombres de rosa. El azul, ligado a la pureza y a la feminidad, era llevado por las damas, mientras que el rosa, que proviene del rojo sangre, era muy llevado por los hombres.
Empecemos por el principio. En estampas religiosas del renacimiento, muchas de las vírgenes vestían de azul, un color más ligado a la pureza, mientras que Jesús o los apóstoles vestían en tonos tierra o rosados.
El Cardenal (Rafael, 1510)
Hacia el siglo XVIII, la alta burguesía continuaba utilizando estos colores para cada género. El azul se consideraba un color delicado, ligado a la feminidad, mientras que el rosa era un color que recordaba al rojo sangre, asociado a la masculinidad, que se comenzó a utilizar para vestir a los hombres. Sin embargo, estos colores no se utilizaban para distinguir los géneros.
Retrato de Michał Kazimierz Ogiński (Anna Rosina de Gasc, 1755)
María Antonieta con una rosa (Elisabeth Louise Vigee Lebrun, 1783)
Antes de la I Guerra Mundial, los bebés vestían de blanco, sin diferenciación alguna. La primera diferenciación de estos colores atribuyéndose a género fue cuando la revista Earnshaw’s Infants’ Department publicó en 1918 la siguiente sentencia: “La regla generalmente aceptada es rosa para los chicos y azul para las chicas. La razón es que el rosa es un color más decidido y fuerte, más adecuado para los niños, mientras el azul, que es más delicado y refinado, es mejor para las niñas”.
María Teresa y Luis Carlos (año y autor desconocidos)
No fue hasta bien entrado el siglo XX, a partir de los años 40 y tras la II Guerra Mundial, cuando se invirtieron los roles de género del rosa y el azul. Los hombres comenzaron a vestir de azul por sus uniformes de guerra, color asociado al valor, al heroísmo y a la fuerza. También influyó que, durante la guerra, los nazis marcaran a los homosexuales con triángulos rosa, color asociado a la masculinidad hasta entonces. Finalmente, esta convención se asentó en los ochenta, con el auge de la publicidad y los nuevos medios, como la televisión en color.
Esta imposición se mantiene hoy en día, y aunque cada vez menos, la seguimos viendo, por ejemplo, en la tasa «rosa» de los productos para la higiene femenina, en los juguetes de niños, o en el símbolo del cáncer de mama. Aunque poco a poco, estemos deshaciéndonos de la imposición de estas asociaciones, queda mucho por recorrer.
Artículo por Mar de Garrido.
* imagen de portada: cuadro “Jesús entre los doctores” (Pablo Veronese, 1560)