¿El vídeo «Out of Time» de The Weeknd está inpirado en «Lost in translation»?

Hay una artista en el panorama musical actual que nunca decepciona y este sin duda es The Weeknd, cantante canadiense quien hace unos días sacó el videoclip de su último single “Out of Time”. Hace ya unos meses analizamos las referencias del video musical “La Fama” que protagonizó junto a Rosalía, pero hoy vamos a centrarnos en las similitudes de este último videoclip con la película de Sofia Coppola “Lost in Translation”. 

©Lost in Translation


«Lost in translation» es sin duda una obra bastante llamativa a nivel visual, una coproducción japonesa-americana que se nutre de las referencias estéticas asiáticas modernas para contarnos la historia de amor de sus protagonistas. Por lo visto, al equipo artístico de The Weeknd le ha llamado bastante la atención la dirección artística del filme y ha decidido inspirarse en ella para “Out of Time”. 

Pero ya no es solo en la estética japonesa en lo que se inspira el video, sino que vemos referencias casi exactas a la película. El video está protagonizado por Ho Yeon Jung («El juego del calamar») y el mismo The Weeknd, pareja totalmente inspirada en los protagonistas de Coppola: dos personas solitarias que se conocen en un Tokio moderno y impregnado de un aire melancólico que impregna toda la película. Este ambiente continua durante todo el videoclip, incluso recreando icónicas escenas como en las que vemos a un The Weeknd y a Jung solitario en el bar, las dos secuencias de ambos protagonistas en el espejo o las míticas series de karaoke japonés. Los travellings de los personajes corriendo de espalda o alejándose también se refleja en la obra de Coppola, un claro reflejo a lo intimista que puede llegar a ser el film.

En general más que mera inspiración se podría decir que “Out of Time” es un homenaje a una película tan artísticamente impactante como lo es «Lost in Translation”. 

Artículo por Sara Arbelaez.

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El origen del ‘eyeliner’

Busto de Tutmosis de la reina egipcia Nefertiti ©Getty Images

El acto de perfilarse el párpado superior del ojo con una línea negra comenzó a ponerse en práctica, principalmente, en el Antiguo Egipto y en Mesopotamia.

Los egipcios eran muy dados al uso del maquillaje, que por aquel entonces estaba muy ligado a la salud y al bienestar, y lo utilizaban hombres, mujeres y niños. Grandes personalidades como Nefertiti o la reina Cleopatra fueron muy aficionadas a este delineado.

Además de distintas funciones prácticas, entre ellas, proteger los ojos del sol, se pensaba que esta línea negra en el ojo protegía del ‘mal de ojo’.

También eran populares las sombras de ojos, especialmente en colores azules, y también marcaban sus cejas con distintos pigmentos negros. Elaboraban este maquillaje y otros ungüentos de forma natural y extrayendo todos los ingredientes directamente de la naturaleza, como flores, miel o leche.

Máscara funeraria de Tutankamón ©Mohamed El-Dakhakhny / AP Photo / Gtres

En Occidente, el uso del ‘kohl’ se popularizó en el siglo XX tras el descubrimiento de la tumba del rey faraón Tutankamón en 1922 y alcanzó su auge en los años 30, donde numerosas actrices como Joséphine Baker, Louise Brooks o Greta Nissen lo utilizaban en sus rituales de belleza.

Tumba del rey Tutankamón

Este ‘cat eye’ pronto ganó fama y se hizo un hueco entre las tendencias de belleza de la época, afianzándose en los años 50 con la invención del ‘eyeliner’ líquido y gracias, una vez más, a actrices como Marilyn Monroe, Sophia Loren, Ava Gardner o Audrey Hepburn (aunque reinvéntalo de una forma más natural y simple).

Elizabeth Taylor en «Cleopatra» (Joseph L. Mankiewicz, 1963). ©Getty Images

Hoy en día, el ‘eyeliner’ sigue muy presente en nuestros básicos de maquillaje, y hemos contado con grandes referentes como, por ejemplo, Amy Winehouse, y ha sido llevado al extremo en muchas variantes y tendencias como el punk o la moda gótica –y, por supuesto, no sólo ha sido utilizado por mujeres–. Lo que está claro es que es una técnica tan versátil que ha continuado renovándose cada año y cada siglo: tiene cabida en muchas subculturas y que cada cual puede llevársela a su terreno, y creemos que aún tiene mucho que ofrecer en la actualidad.

Kurt Cobain

Artículo por Mar de Garrido.

Clásicos de la literatura que tienes que leer

Se acercan las vacaciones de pascua, y desde Purpurina Magazine os hemos preparado una pequeña lista de algunos grandes clásicos de la literatura que pensamos que deben leerse, por lo menos, una vez en la vida.

«1984» (George Orwell, 1949)

En este mundo distópico basado en la manipulación de la información, la represión política y la vigilancia extrema (donde el modelo del panóptico de Foucault está muy presente), el protagonista, Winston Smith, trabaja falseando la verdad para los medios de comunicación.

«El retrato de Dorian Gray» (Oscar Wilde, 1890)

Dorian es un joven apuesto obsesionado con la idea de la belleza y la juventud, tanto, que realiza un «pacto con el diablo»: mientras él mantiene para siempre la apariencia joven de un retrato que un artista le pintó, la figura retratada envejece por él.

«Un mundo feliz» (Aldous Huxley, 1934)

Aunque puede que realmente no sea un mundo tan feliz: en esta ‘utopía’, los humanos se dividen por clases o castas, son adoctrinados mediante la hipnopedia y se drogan con ‘soma’, la pastilla de la supuesta felicidad. En esta novela, Huxley nos propone un debate sobre qué es lo que nos hace realmente ser humanos y sobre la imposición de la felicidad.

«Emma» (Jane Austen, 1815)

Jane Austen narra esta vez, la vida de una perfecta casamentera que busca que sus amistades encuentren el amor en matrimonios ventajosos. Sin embargo, ¿logrará ella encontrar el amor? Ésta es una de las muchas novelas de esta escritora que no podéis dejar de leer.

«Fahrenheit 451» (Ray Bradbury, 1953)

Una sociedad donde los bomberos, en lugar de sofocar incendios, queman libros. Donde la cultura de la literatura está prohibida, ¿dónde encajará el protagonista en esta historia, un bombero que hasta entonces nunca se había preguntado por la naturaleza de su sociedad?

«Rebelión en la granja» (George Orwell, 1945)

Esta obra satírica cuenta cómo los animales de una granja comienzan a planear la expulsión de los humanos de la misma y formar un gobierno independiente, con todo lo que ello conlleva. Un buen análisis de la sociedad que surgió en plena Segunda Guerra Mundial.

«La dama de las camelias» (Alexandre Dumas, 1848)

Las intrigas de París, una historia de amor imposible y el estilo narrativo de Alexandre Dumas (hijo) que te atrapa en la historia desde el primer momento hacen de esta novela una muy buena elección literaria. No podéis dejar de leer esta obra que inspiró a Verdi para componer su famosa ópera «La Traviata».

Artículo por Mar de Garrido.

La mafia; ‘il crimine organizzato’

Todos conocemos películas como «Scarface» (Brian de Palma, 1983), “Goodfellas» (Martin Scorsese, 1990), o «Casino» (Martin Scorsese, 1995). El género relacionado con la mafia italoamericana se ha convertido en cine de culto, comenzando su trayectoria en los años 30 con «Enemigo Público» (William A. Wellman, 1931), siendo el crimen organizado alentado por la prohibición del alcohol con la ley seca de 1920 y alcanzando su auge en los 70 con la icónica «El Padrino» (Francis Ford Coppola, 1972).

Fotograma de «Scarface» (Brian de Palma, 1983)
Portada de «A Bronx Tale» (Robert de Niro, 1993).

Esta serie de películas tienen algo en común: una pequeña biografía sobre el protagonista, una visión familiar desde dentro del contexto del hampa, el ascenso y la caída del gángster o, en otros casos, el éxito. Este tratamiento de la historia desde dentro normalmente sugiere una ambigüedad moral de la figura del criminal, ensalzándola y llegando muchas veces a mitificar a estos antihéroes (en algunos casos, podría incluso comprarse la vida de los mismos como un sueño americano paralelo). Un perfecto ejemplo sería el caso del joven Calogero y Sonny en «A bronx tale» (Robert de Niro, 1993).

Respecto a la escenografía de este tipo de filmes, vemos que el espacio donde se realiza la acción principal suele ser urbano, en calles desangeladas de grandes ciudades o locales oscuros como bares o ‘speakeasies’ (locales ocultos donde se vendían de forma ilegal bebidas alcohólicas).

Se podría incluso decir que lo más importante en este género cinematográfico es la iluminación, la intensidad de luz y el contraste con las sombras. De las escenas familiares, alegres o felices, donde la iluminación (normalmente ambiental y natural) se encuentra bañada en tonos pastel, fuerte y brillante, que deslumbra –como en la escena de la boda de «El Padrino»–, a las escenas donde suceden los hechos más oscuros, que son las que marcarán un antes y un después en la historia del cine de mafia: planos más cerrados, de interior, contrastes de luces y sombras, normalmente con una luz principal muy marcada que enfoca al protagonista, y colores vivos y saturados en contraposición a la oscuridad.

Fotograma de «El Padrino» (Francis Ford Coppola, 1972).

Desde Purpurina Magazine hemos querido recordar esta estética “mafiosa” recreando una escena muy dada en este tipo de películas, enfocada en el protagonista y sus vicios, algo que no escaquea en el mundo del hampa: juego, alcohol, drogas… Y es que, como se dice en el film “Uno de los nuestros” (Martin Scorsese, 1990): “Que yo recuerde, desde que tengo uso de razón quise ser un gángster”.

Staring Jorge Alonso

Fotografía y artículo por Mar de Garrido

El rosa y el azul y su asociación con los géneros en la historia

Hace siglos, las mujeres vestían de azul y los hombres de rosa. El azul, ligado a la pureza y a la feminidad, era llevado por las damas, mientras que el rosa, que proviene del rojo sangre, era muy llevado por los hombres.

Empecemos por el principio. En estampas religiosas del renacimiento, muchas de las vírgenes vestían de azul, un color más ligado a la pureza, mientras que Jesús o los apóstoles vestían en tonos tierra o rosados.

El Cardenal (Rafael, 1510)

Hacia el siglo XVIII, la alta burguesía continuaba utilizando estos colores para cada género. El azul se consideraba un color delicado, ligado a la feminidad, mientras que el rosa era un color que recordaba al rojo sangre, asociado a la masculinidad, que se comenzó a utilizar para vestir a los hombres. Sin embargo, estos colores no se utilizaban para distinguir los géneros.

Retrato de Michał Kazimierz Ogiński (Anna Rosina de Gasc, 1755)
María Antonieta con una rosa (Elisabeth Louise Vigee Lebrun, 1783)

Antes de la I Guerra Mundial, los bebés vestían de blanco, sin diferenciación alguna. La primera diferenciación de estos colores atribuyéndose a género fue cuando la revista Earnshaw’s Infants’ Department publicó en 1918 la siguiente sentencia: “La regla generalmente aceptada es rosa para los chicos y azul para las chicas. La razón es que el rosa es un color más decidido y fuerte, más adecuado para los niños, mientras el azul, que es más delicado y refinado, es mejor para las niñas”.

María Teresa y Luis Carlos (año y autor desconocidos)

No fue hasta bien entrado el siglo XX, a partir de los años 40 y tras la II Guerra Mundial, cuando se invirtieron los roles de género del rosa y el azul. Los hombres comenzaron a vestir de azul por sus uniformes de guerra, color asociado al valor, al heroísmo y a la fuerza. También influyó que, durante la guerra, los nazis marcaran a los homosexuales con triángulos rosa, color asociado a la masculinidad hasta entonces. Finalmente, esta convención se asentó en los ochenta, con el auge de la publicidad y los nuevos medios, como la televisión en color.

Esta imposición se mantiene hoy en día, y aunque cada vez menos, la seguimos viendo, por ejemplo, en la tasa «rosa» de los productos para la higiene femenina, en los juguetes de niños, o en el símbolo del cáncer de mama. Aunque poco a poco, estemos deshaciéndonos de la imposición de estas asociaciones, queda mucho por recorrer.

Artículo por Mar de Garrido.

* imagen de portada: cuadro “Jesús entre los doctores” (Pablo Veronese, 1560)

¿Cowboys… futuristas?

Ya llevamos unas temporadas observando cómo las botas ‘cowboy’ están haciéndose un hueco en el ‘street style’. Ahora, los total looks denim, los flecos, los cinturones ‘western’ o los sombreros de fieltro que se utilizaban en el lejano oeste se unen y se combinan con un toque más… moderno.

Gregory Peck

Aunque se suele atribuir el término ‘cowboy’ a los norteamericanos, los primeros vaqueros fueron los hispanos que comenzaron a criar ganado en Mexico y Texas. Así fue como surgieron las primeras botas camperas en el siglo XVII, cuya primera finalidad era la comodidad de los hombres que realizaban pesados trabajos relacionados con el campo y la ganadería.

Este resistente calzado comenzó a popularizarse y modernizarse en el auge de las películas estilo ‘western’ de Hollywood en los años cuarenta, y con actores como Gregory Peck y John Wayne.

Actualmente, y aunque el ‘cowboy’ sigue existiendo y se dedica principalmente a las tareas del rancho y a domar caballos para los rodeos, su figura se utiliza mucho más en producciones cinematográficas.

En cuestiones de moda, como sabemos todo vuelve, y aquí está la prueba. A pesar de que las comenzamos a ver más tímidamente hará unos años, ahora ya son algo común en nuestros looks de cada día. Y aunque son las protagonistas, no hemos podido evitar fijarnos en nuevas introducciones que nos presentan las marcas. Desde Stradivarius, nos ofrecen una colección completa de estilo vaquero.

Está clara la tendencia de la indumentaria ‘cowboy’, pero, ¿y el toque futurista? ¿Y si le añadimos un toque de color? ¿O una reinvención del famoso gorro ‘western’, mezclado con la tradición China, como nos propuso Private Policy en 2021?

Private Policy Fall 2022 Ready To Wear ©Vogue

Sólo hay que ver la colección que sacó Ivy Park, la marca de la cantante Beyoncé, en colaboración con Adidas: Ivy Park Rodeo: chaparreras, cinturones, ropa muy denim y zapatillas que sólo pueden tener una definición: ‘cowboy’ futurista.

Beyoncé X Ivy Park Rodeo ©Adidas

La moda está para reinventarse, la moda no tiene reglas. Y es que, en un año donde la MET Gala realizará un tributo a la moda americana, todo vale.

Artículo por Mar de Garrido.

Las hadas de invierno

Muchas leyendas cuentan que, cuando caen las primeras nieves, los días se vuelven grises y la niebla cubre cada rincón de los bosques. Es entonces cuando las hadas de invierno pueden mimetizarse con el entorno y salir de su largo letargo. Escondidas tras los árboles o mirando su bello reflejo en los lagos, tal vez si tienes suerte podrás observar a alguna de ellas. Pero deberás mantenerte en completo silencio, si no quieres que desaparezcan para siempre.

A pesar de que el solsticio de primavera fue el pasado domingo día 20 de marzo, hemos querido esperar al cambio de hora y al paso al horario de verano para enseñaros estas fotos. Ahora, amanecerá y atardecerá más tarde, y las hadas de invierno, darán paso a las hadas de verano, cediéndoles la flor blanca como testigo.

Fotografía por Mar de Garrido

Staring Juliana Villa Ricci

Quentin Tarantino se estrena en la novela

Portada de «Érase una vez en Hollywood» (2019) de Quentin Tarantino.

El famoso director de «Pulp Fiction» (1994) o «Reservoir Dogs» (1992), ha decidido realizar su debut en el mundo literario de la mano de «Érase una vez en Hollywood», su última película y para la que Tarantino dedicó nada menos que cinco años a escribir el guion.

El cineasta, que ha manifestado en varias ocasiones que tras su décima película original se retiraría para dedicarse a la novela, sólo le queda la grabación de un largometraje más para cumplir con esta promesa –ya que «Érase una vez en Hollywood» era su novena película–. Se rumorea además, que podría tratarse de un ‘spaghetti western’ –el tercer volumen de Kill Bill, film que el artista comentó tiempo atrás que estaría interesado en grabar, no contaría–.

«Con toda probabilidad voy a rodar solo diez películas, así que ya estoy planeando qué hacer después. Por eso las cuento. Quiero parar llegado el momento. Básicamente, lo que quiero hacer luego es escribir novelas»

Quentin Tarantino para The Hollywood Reporter (2015)

Este pasado año 2021, Tarantino ha publicado su primera novela, una versión extendida de su última película que se estrenó en 2019, de la mano de Reservoir Books. Llena de referencias a la historia del cine y de escenas eliminadas, el libro es una novelización de la película que se mantiene fiel a la misma, eso sí, explorando mucho más el sexo y la violencia. Ahonda mucho más en los personajes protagonistas, Cliff Booth y Rick Dalton, y sigue el recorrido de la pareja, narrando desde el día que se conocieron, pero también nos cuenta mucho sobre el vínculo de Sharon Tate y Roman Polanski y su relación con el cine de los años 60 y 70, décadas en las que te sumerges por completo.

Y aunque no sabemos si el director va a continuar con su carrera literaria (se rumorea que el contrato que firmó con Harper Collins era para dos libros), y a pesar de algunas críticas, para nosotras es un completo sí, y estamos deseando ver hacia dónde va a llegar esta nueva afición de Tarantino.

Artículo por Mar de Garrido.

Los mitos del amor romántico

Todos conocemos mitos del amor romántico como que debemos encontrar a nuestra «media naranja», o aquello de «el amor todo lo puede». Pero no siempre es así. Hoy, os contamos las tres etapas por las que evoluciona el amor y desentrañamos las relaciones que se nos muestran en las películas y en la literatura.

Crepúsculo (Catherine Hardwicke, 2008)

Todos hemos escuchado alguna vez frases como que «la persona correcta llena todos los espacios de nuestra vida», o que «cuando se está enamorado no es posible sentir atracción por otra persona», o que «el amor todo lo puede». Y es que este tipo de afirmaciones son peligrosas para la pareja, puesto que si se creen a pies puntillas, puede llevar a muchas incomprensiones.

Algo de lo que no se habla casi nunca es que el amor evoluciona y tiene fases. Normalmente, la primera fase está dominada por la lujuria y es de la que todos oímos hablar y que todos anhelamos: el enamoramiento.

La primera fase: limerencia

La psicóloga Dorothy Tennov acuñó en 1977 el término limerence, que da nombre a la primera fase del amor, y lo publicó en su libro Love and Limerence: The Experience of Being in Love (1979).

Esta primera etapa inicial suele durar unos 18 meses (los estudios indican que esta temporada suele durar desde los 6 meses a los 3 años, aunque hay parejas que afirman continuar enamorados tras muchos años de relación) y se caracteriza por la revolución de nuestras hormonas: la testosterona sube, lo que implica un mayor deseo sexual, y la dopamina es alta, lo que nos produce una sensación de euforia. Además, el mítico sentimiento que todos conocemos de tener ‘mariposas en el estómago’ o, por el otro lado, más sensaciones de ansiedad, las provoca la adrenalina. Además, todas estas hormonas producen también la focalización de emociones en un sólo objeto, en este caso, la persona amada.

Limerencia: estado mental involuntario que resulta de una atracción romántica hacia alguien por el que siente una necesidad obsesiva de ser correspondido.

Y es que, cuando decimos que ‘el amor es como una droga’, no mentimos. La feniletilamina es un aminoácido que actúa como neurotransmisor. Esta droga natural que provoca nuestro propio cuerpo provoca sensaciones como la exaltación, la alegría y la euforia. Es más, cuando nos sentimos rechazados o nuestro amor no es correspondido, se pasa un periodo de duelo y depresión parecido al que sucede con la desintoxicación o el síndrome de abstinencia, pues se deja de producir esta hormona.

La segunda fase, el amor romántico

Cuando las hormonas han dejado de hacer efecto, comienzan los primeros problemas o crisis de pareja. Se debe construir confianza mutua teniendo en cuenta las necesidades de cada uno y teniendo en cuenta que se deja de idealizar a la pareja amada. Suele caracterizarse también por la aparición de una comunicación más fluida y a un equilibrio emocional.

Muchas veces buscamos esa dopamina que hemos perdido en nuestra pareja, cuando «la magia se va», y ahí comienzan a verse los indicios de las infidelidades. Se puede caer en el error de pensar que la falta de adrenalina se debe a la muerte del amor, y no a su evolución. Por ello, muchas personas buscan esas emociones, características de montaña rusa, en otras personas, dejando a su pareja de lado. Es importante entonces, que ambos amantes pasen juntos estas fases, y que ninguno de ellos quede atrapado en la búsqueda de la limerencia.

La fase final: el amor maduro

Si la pareja logra superar las desavenencias del amor romántico, se puede entonces afianzar el compromiso y la confianza. Se valora más la calma y la paz, y el vínculo emocional, al no ser tan intenso, puede vivirse desde la individualidad de la pareja.

Si nos damos cuenta, las parejas representadas en las películas, en las series y en las novelas suelen encajar la historia sólo en la primera fase: la del enamoramiento. Suelen terminar cuando la pareja por fin se ha casado, o se dan un beso en el baile de fin de curso. Eso, además de todos los mitos que se le unen al amor, nos hacen invisibilizar las dos fases siguientes, anhelando sólo la dopamina de la primera. Queremos decir, está muy bien que hayan cinco películas de la saga Crepúsculo que narren todas las aventuras de la pareja y de sus intentos por estar juntos, pero cuando al final nos dicen que ya son felices para siempre, ¿dónde queda eso? Termina la película y sólo nos dan algunos retazos con los que conformarnos, ignorando por completo las siguientes fases por las que debería pasar su amor.

Debido a la imagen que se da en las películas o novelas románticas, como la saga ‘After’, ‘The Kissing Booth’, ‘Beautiful Disaster’, ‘The Duff’, ‘A través de mi ventana’ o ‘A tres metros sobre el cielo’, durante la adolescencia comenzamos a elucubrar nuestra propia idea del amor: y no es otra que un amor como el centro del mundo que copa todos nuestros pensamientos y que está lleno de pasión y drama.

Pensamos en las relaciones como la de Tessa y Hardin (de la saga ‘After’), un ’50 sombras de Grey’ camuflada para menores, un tira y afloja, violencia psicológica justificada por el supuesto amor que se profesan ambos protagonistas. O entre Hache y Babi, relación que idolatramos y deseábamos desde muy pequeñas. Por no mencionar estereotipos que debemos desenmascarar, como la erotización del ‘chico malo’ que es dado a los vicios y que ha sufrido algún pequeño trauma de pequeño y por ello se le perdona todo.

En conclusión, estamos acostumbrados a ver romantizaciones del amor tóxico. Con la excusa del capítulo de ‘Euphoria’ que ha salido hoy en España, podemos ver algunas de las características de los mitos del amor romántico en la serie. Y atención, que vienen spoilers.

En la figura de Nate y en las relaciones que tiene con Cassie y Maddy vemos casi todas las formas posibles de maltrato y manipulación dentro de las relaciones tóxicas. Tanto es así, que en este último capítulo se ha llevado al extremo con la escena del revólver. Cuando Nate juega a la ruleta rusa, primero apunta a Maddy preguntándole dónde está el CD que tanto ansía, pero ella no responde hasta que se lleva la pistola a su propia sien. Por el otro lado, Cassie vuelve al lado de Nate –a pesar de haber perdido a su mejor amiga y haberle destrozado la vida–, bajo la atenta mirada de su madre.

Sin embargo, no todas las relaciones que aparecen en la serie son tóxicas, a pesar de que nos encontremos con un panorama bastante desolador, además de por el triángulo amoroso, por la ruptura de Jules y Rue o por la incapacidad de Kat de no poder enamorarse de su novio, Ethan, un tío aparentemente perfecto. Nos dan amor en pequeñas dosis, dulce, sin ser dramático, con la pareja de Lexi y Fez, mostrándonos que todo tiene cabida en esta serie.

Lexi y Fez ©HBO

Artículo por Mar de Garrido

Los querubines y su representación en el arte

‘Cupid in a landscape’, (Il Sodoma, 1510) ©Web Gallery of Art / Wikimedia Commons

Un año más, se celebra en casi todo el mundo la festividad del amor, San Valentín. En el imaginario colectivo, San Valentín está representado por el amor romántico, los corazones, las flores, y por una figura en concreto: Cupido. Hoy, repasaremos brevemente su mito más famoso y cómo ha sido representado en la historia del arte.

‘Eros y Psique’ o ‘Psique reanimada por el beso del amor’ (Antonio Canova, 1793)

Como bien es sabido, el encargado de representar a los enamorados es Cupido, en la mitología, hijo de Venus (diosa del amor y la belleza) y Ares (dios de la guerra). Cupido, también conocido como Eros, fue enviado por su madre al mundo de los mortales con una misión: encontrar a Psique, mujer de afamada belleza de la que Venus sentía celos, y dispararle una flecha que le hiciera enamorarse del hombre más feo del mundo. Sin embargo, Cupido quedó prendado de ella y terminó desposándola. Eros prohibió a Psique verle el rostro, pues ella no sabía quién era él, y sus encuentros eran siempre nocturnos, pero un día, ella encendió una vela para verle, y una gota de cera caliente se derramó en el rostro de él, despertándole. Cupido abandonó a su mujer, decepcionado, pero finalmente tuvieron su final feliz.

‘Eros,’ (470 a.C / 450 a.C) ©Louvre, Wikipedia Commons

Hasta hoy día se le sigue representando con una venda en los ojos, fruto de que el verdadero amor surge del alma y no de lo físico. La figura alada, caracterizada muchas veces como un apuesto joven o un querubín, cargado con arco y flechas, comenzó a aparecer en representaciones artísticas hacia el siglo V antes de Cristo.

El nacimiento de Venus (William-Adolphe Bouguereau, 1879)
‘Mosquetero y amor’ (Pablo Picasso, 1969)

En el Renacimiento se comenzó a pintar a Cupido de forma más realista, como un niño o bebé alado y, normalmente, desnudo. Se comenzaron a incluir varios querubines en una sola pintura, conociéndose éstos como amorini o putti.

Incluso, hay veces que se representaban a sus hermanos, Anteros, dios del amor correspondido y vengador del amor no correspondido, e Hímero, dios del deseo sexual y del amor no correspondido, quienes juntos son llamados erotes. Existe un hermano más, hijo de Afrodita y Dionisio: Himeneo, dios de las ceremonias de matrimonio, y otros erotes menores, Hermafrodito, Potos, Ganímedes, Hedílogos o Peitos.

Se continuó representando a los bebés durante los periodos barrocos, neoclásicos, rococós, e incluso se encuentran cupidos expresionistas (‘Cupido y Psique’ de Eduard Munch), surrealistas (‘Venus con cupidos’, de Salvador Dalí), e incluso en el cubismo de Picasso, ‘Mosquetero y amor’, mucho más abstractos.

‘Cupido y Psique’ (Eduard Munch, 1907)

«El amor no ve con los ojos, sino con el alma, y por eso pintan ciego al alado Cupido. Ni en la mente de Amor se ha registrado señal alguna de discernimiento. Alas sin ojos son emblema de imprudente premura, y a causa de ello se dice que el amor es un niño, porque en la elección yerra frecuentemente. Así como se ve a los niños traviesos infringir en los juegos sus juramentos, así el rapaz Amor es perjuro en todas partes.»

william shakespeare, ‘sueño de una noche de verano’

Artículo por Mar de Garrido.